Luz como protagonista de una idea que transmuta a necesaria tarea y sana obsesión. Historia resumida en un acto que finalmente cumple en medida el propósito del acoso benigno. Mi culpa que se adviene exitosa para todos los implicados.

Quizás una vez soñara con bellos trazos de tinta que dibujaran patrones armónicos casi infinitos. Trazos de tinta que calmaran tempestades tras lustros de paciente aguarda. Solo requería de una superficie idónea, como telones de terciopelo negro sobre piel tersa.

Sentimientos que flotan sobre una amalgama de sensaciones descriptibles, visibles y palpables, todo ello sin menospreciar la mirada del pasado, aquella que tanto inquietaba.

Después llegó la luz, artificiosa y dirigida a conciencia, no sin antes lidiar contra fragmentos de tiempo, esquivos ante la evidencia de lo que debería ocurrir. Y así ocurrió. El tiempo es retenido en forma de luces y sombras y hará que jamás sea olvidado en que la piel y la tinta dan forma al arte, al espíritu, al ser.

Electrizante estilo de frío metal impregnando las ópticas que inmortalizan ese breve momento de armonía, duda e ira, el cual no siempre corresponde la mirada, y alza hacia el infinito como pensamientos volátiles que evaden la realidad que nos rodea.

Cui lux ostendit (A quien la luz muestra)

2 comentarios en «Cui lux ostendit»

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