Dos días estuvo buscando en los alrededores de su humilde hogar la moneda que cayó de su bolsillo. Era una moneda especial, dorada y con una muesca en el canto. Gistor la tenía desde pequeño, y la guardaba para un momento especial. Él sabía que ese momento llegó el día que pudo usarla para hacer la llamada que salvaría la vida de su amigo Kolt. Pocos días después de la tragedia, Gistor encontró la moneda en el bolsillo de la chaqueta ensangrentada de su amigo. Gistor, quizás ahogado en su sentimiento de culpa, enfermó de juicio. Sin embargo, ninguno de los dos podía saber que la moneda nunca serviría para realizar la llamada en la cabina de la calle 5ª, esa muesca del canto lo impedía.