No es una gran historia, no da para un best-seller, pero me apetece contarla.
En el Instituto, a principios de los 90, descubrí la fotografía. Ya por entonces me quedaba fascinado observando ciertos planos de las películas que veía en televisión. Eso tenía que significar algo.
En aquellos años tenía una cámara analógica, ni me acuerdo de la marca, eso sí, automática. Aunque ya empezaba a soñar con las réflex, inalcanzables para mi nulo presupuesto, me conformaba con la pequeña cámara de bolsillo prestada.
Salí a capturar mi entorno con aquella cámara familiar, primeros carretes de revelado en papel: escapadas en bici a Escombreras, a fotografiar la industria pesada y los paisajes mineros para los trabajos de Geografía, las tomas de la ciudad de Cartagena desde lo alto del Monte de la Atalaya, fotografiar plantas y rocas. Siempre con la cámara analógica compacta encima…
Ya desde que empecé a hacer fotos me di cuenta de que el revelado en papel no me emocionaba, quizás, claro, porque los resultados no eran los que esperaba tras ir a las tiendas más baratas, era lo que tenía la falta de recursos. Pero en una de mi excursiones al monte cargué por primera vez un carrete de diapositivas, algo que quise probar y finalmente me cautivó.
Iba ya por los 15 años, tras largos periodos de ahorro, vino la adquisición de la primera cámara de fotos réflex analógica, nada menos que una Zenit 122, una cámara rusa pesada como una sandía, con fotómetro de tres luces y objetivo de 50 mm que hacía unas fotografías de película. Aún recuerdo la ilusión de tal adquisición, como si fuera ayer, y de las 8.000 pesetas que pagué por ella, toda una fortuna, mi fortuna. Aquí empieza mi etapa seria como aficionado a la fotografía.
El revelado positivo directo en diapositivas me fascinaba desde el primer revelado, y más aún con mi nueva cámara. Aquellos colores, la posibilidad de ampliar las imágenes tanto como el proyector pudiera y también el bajo coste del procesado, hacía que casi toda mi juventud quedara plasmada en miles de sándwiches de plástico y filmina.
Cámara rusa y proyector ruso, otra vez lo que me permitía muy economía. Suficiente para pasar horas proyectando sobre la sábana con dos tablas y disfrutando de mis fotos.
Un curso de revelado en blanco y negro inició una etapa nueva. Por suerte disponía de acceso al laboratorio de revelado de fotografía de la Casa de la Juventud de Cartagena, y fue allí de donde salieron mis primeros reportajes. La oscuridad total mientras metía la película en el rodillo y el aroma a vinagre del paro químico, qué recuerdos y qué buenos ratos de soledad y radio (los 40 principales echaban buena música entonces…)
Y llegaron las digitales
A principios de los 2000 llegaba la era de la fotografía digital. Algo novedoso al alcance de unos pocos, las cámaras, aunque muy básicas eran muy caras. Pero eso no fue motivo para que pudiéramos adquirir entre tres amigos nuestra primera cámara digital HP PhotoSmart 215 de 1,3 Megapíxeles, necesaria para poner en marcha una web de actualidad de Cartagena. Quizás fuimos los primeros en disponer de una cámara digital en la Región de Murcia, porque tardaron una eternidad en entregarla.
En 2008 inicié mi etapa SONY, con la compra de mi primera cámara reflex digital, la Sony Alpha 100, herencia de las cámaras Minolta cuyos objetivos eran compatibles. Aquí comienza mi etapa más seria en el mundo de la fotografía y el procesado, y más recientemente con la adquisición de la Sony Alpaha 77M2, que me permite además capturar vídeo en una calidad semi-profesional.
Decenas de miles de fotografías completan mi colección, y centenares de reportajes catalogados y almacenados y muchos de ellos compartidos. Un legado que espero poder compartir en gran parte en esta web. De algo tiene que servir el estar capturando mi entorno y mis momentos durante más de 30 años.
Mis galardones en concursos de fotografía y vídeo.
Con mi Zenit 122 gané mi primer concurso de fotografía en el Instituto en el 95 con la obra «autorretrato lítico». Fue con un montaje fotográfico realizado con la técnica del sandwich de diapositivas, es decir, dos diapositivas montadas en un mismo marco que hacían una superposición artística con mi autorretrato y el corte traslúcido de un ágata de calcedonia.
En el año 1998 presenté una fotografía para un concurso organizado por la revista “Cartagena 7 Días”, por el que fui galardonado con el primer premio consistente en la publicación en portada de la revista y 5000 pesetas (que nunca cobré).
Expuse en 1999 fotografías que fueron seleccionadas para una exposición fotográfica promovida por el Ayuntamiento de Cartagena.
Fui galardonado con el primer premio en el “I Concurso de Fotografía de El Palmar” en el año 2004.
2º premio y mención especial en el “IV concurso fotográfico sobre Patrimonio Industrial de la Sierra Minera” organizado por la Fundación Sierra Minera de La Unión (Murcia) en 2009.
Aficionado también a la video-composición, estreno galardón en esta sección como finalista en el concurso de cortos “Vive para cumplirlo”, promovido por la fundación MAPFRE, en 2008.
Primer premio concurso de fotografía III semana de la huerta 2018.
Premio «Imaginación al poder» concurso de vídeos Participa Melies 2022, organizado por Fundación Caixa.
Buena historia